Entrevista: Bárbara Yáñez

Bárbara Yáñez (Huelva, 1984), historiadora del arte, especialista en museología y amante del arte. Comienza su aventura dentro del mundo del arte, museos, comisariados y exposiciones, forman ahora parte de su mundo. Tras comisariar la aclamada exposición SelfieL, nos desvela su modo de ver el círculo artístico y la experiencia de comisariar una de las exposiciones más visitadas de la provincia de Huelva. 



¿Cuándo nace la pasión por el mundo del comisariado?
    Pues sinceramente hasta que no entré en el Máster de museología impartido por la Universidad de Granada, no supe de forma fehaciente qué signoficaba ser comisario de exposiciones y cuál era la labor que desarrollaba dentro del contexto de una exposición. Vagamente recordaba haber visto en una exposición temporal Sigismondo Castromediano -sobre Tesoros de Polonia-  a  un señor  polaco, que parecía controlar y visualizar las piezas y su estado de conservación, luego supe que él era el comisario de esa exposición. Me interesó mucho este mundo.
   Dos libros fueron determinantes para mí: La Breve Historia del comisariado” de Hans Ulrich Obrist, porque de una forma amena, con entrevistas, el escritor sabía desgranar cómo un comisario es capaz de crear una historia, y un discurso artístico que comunique el mensaje visual de un artista o varios. Me cautivaron los ejemplos de Pontus Hultén y Harald Szeeman, aunque soy consciente de que son de los primeros, sus propuestas rompedoras, hoy me siguen resultando geniales. El otro libro, es la biografía de la que fuera conservadora del MOMA de Nueva York, Katharine Kuh, señora que representa la fortaleza, la decisión y la pasión por dedicarse al arte es “Mi historia de amor con el arte moderno, secretos de una vida entre artistas”. De este libro más que pautas profesionales concretas extraje la importancia de la fuerza y determinación. 
 A estas lectura se suma la charla de Esther Regueira, coordinadora de exposiciones, que me hizo consciente de algo, el trabajo constante. Ella hablaba de que ser coordinadora de exposiciones o comisaria no era algo fácil, había que estar en todo, yo la creí y le he hecho caso  y ahora corroboro, a lo largo del tiempo, que es esencial una gestión potente como de  la que ella hablaba. Otro señor que marcó mi forma de hacer comisariado, es Jorge Fernández, coordinador de la Bienal de la Habana, me preguntaba: ¿cómo un país aparentemente sin recursos económicos, como es Cuba, puede encabezar una bienal de un calibre extraordinario a nivel mundial? Porque Jorge creía en que era posible, y el esfuerzo de todos estuvo y está dando geniales resultados. Así como la calidad de los artistas que han decidido participar en ella, claro está.


Hay quienes están comenzando a hablar de una nueva generación de comisarios, como una evolución lógica, acorde con los cambios sociales ¿qué opinas sobre ello?
Creo que sí, que estamos asistiendo a un cambio estupendo, el comisario ahora tiene un papel bastante activo, entre el público y el artista, es un puente esencial. Muchos comisarios son excelentes teóricos de una materia concreta, investigadores de alto nivel, pero se olvidan de que una exposición, es eso exponer, comunicar a un público que acude a la misma. Nos estamos engañando si decimos que yo sólo quiero que vean mi exposición aquellos que pueden apreciarla. A cualquier artista le genera un placer extraordinario ver como la gente acude a su exposición, la comenta, la hace suya. Creo que el comisario tiene que tener un papel activo, una implicación, estar siempre comunicado con los agentes que están en una exposición. Todos queremos un éxito en esa tarea que lleva tiempo y trabajo. No hagamos de un catálogo una tesis doctoral, sino más bien un escrito ameno, cálido y comunicativo, y bien escrito, por supuesto.
¿Cómo describirías tu filosofía de trabajo?
Está un poco en la línea de la nueva figura del nuevo comisario. Sé que tengo una forma de trabajar un tanto sui generis. Dado que me apasiona mucho esta profesión, vivo el mismo de una forma muy cercana con el artista. No me implico en proyectos donde el artista y yo no vibremos de forma fuerte en la misma sintonía, porque por mi parte sería un estrepitoso fracaso. Suelo estar muy cerca del proceso creativo, puesto que sé que en eso va mucho de lo que podré contar de las piezas que él nos ofrecerá en la exposición.  Mi cercanía no tiene otro objetivo que humanizar al artista, y hacerlo ver así al público que en un futuro se enfrentará a sus piezas.
Estamos deseando sumergirnos en el catálogo que estás escribiendo sobre la exposición, una interesante crónica desde los comienzos hasta la clausura ¿de dónde parte esta idea?
Hace dos años, antes de irme a vivir a Inglaterra, comisarié una exposición colectiva de artistas de paisaje. En ese contexto, conocí personalmente a casi todos los artistas, y cuando fui a elegir la obra de uno de ellos, me di cuenta de que era un artista que había quedado, por avatares  tristes de la vida, en un segundo plano. Había sufrido un proceso de estancamiento, cuando antes había sido un artista experimental, que había tocado registros tan modernos en su juventud  como la performance o  el videoarte, y que ahora sólo realizaba pintura alimenticia, como él le llamaba. Entonces, tras esa exposición quise saber más sobre su pasada vida artística, y sin darme cuenta, comencé a escribir su historia, que todavía no he podido concluir.
    Esa idea de escribir una historia de artista, o de conocer un proceso creativo completo de una exposición, me fue posible hacerlo con selfieL, porque estuve implicada desde primera hora en el mismo. Así que decidí contar de forma amena y literaria todo aquello que pueda ser interesante de conocer en una exposición, desde el proceso creativo del artista, la organización, el montaje, todo.
     Aparte de que esto será un documento de la exposición, y un bonito recuerdo, en mi intención por hacerlo subyace una reivindicación a la cultura y al arte. Los trabajos vinculados a la cultura y al arte, están mal remunerados, cuando se pagan, y además se consideran que no tienen  por qué ser estrictamente desarrollados por personas formadas en ese campo. Tenemos que subir la autoestima a todos los que nos dedicamos a la cultura. Esta crónica se hace para que, aquel que la lea, tome conciencia de que hacer una exposición de arte no es la labor de cuatro chavales que no tienen nada que hacer. Quiero que se sepa que la exposición selfieL es el fruto de seis meses de trabajo, donde ha habido casi 15 profesionales de diversas disciplinas vinculadas con la cultura y el arte que se han dejado la piel en ello, sin ingreso económico alguno. Es mi forma de decir, que la cultura debe ser tenida en cuenta, aún en un mundo en que los poderes fácticos nos determinan. La cultura y el arte como algo terapéutico y necesario para el espíritu.

 

   

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