Crítica: La impresión de lo liviano
Fecha: 07/05/15 – 05/07/15
Lugar: Espacio Iniciarte Sevilla
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Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos”
Lugar: Espacio Iniciarte Sevilla
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Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos”
El silencio del espacio y su inmaculado color blanco provocan que las 40 fotografías expuestas tomen un absoluto protagonismo. No es esta una exposición que busque marcar una lejanía entre el espectador y la obra prolongando el status sagrado del arte. Son las vivencias sencillas, en apariencia, de una artista ávida de ver y disfrutar de lo cotidiano, de pararse y reflejar lo pequeño y lo casual. Y sin duda el formato de la obra ayuda, ya que, excepto tres fotografías de grandes dimensiones, nos rodean un total de 37 pequeñas capturas que nos obligan a acercarnos, a bucear en ellas.
Pero no es solo un canto a la vida rutinaria, es una memoria que se despliega y nos cuestiona, y es que lo instantáneo y cercano tiene su propio valor poético y crítico. Cada pequeña impresión nos propone un doble juego, por un lado nos invita a paladear imágenes con las que podemos cruzarnos cada día, pero al tenerlas congeladas nos obliga a pararnos en ellas y dedicarles unos minutos de contemplación. Por otro, nos interroga constantemente, nos enseña que estamos rodeados de preguntas que merecen ser planteadas: ¿Podrá la tecnología superar a la naturaleza en eficacia y belleza?, ¿Podemos vivir a contracorriente?, ¿Vivimos en un mundo que desprecia el disfrute de la naturaleza?
Todas ellas no nos dirigen a una forma concreta de ver la vida, más bien son reflexiones constantes que están en el aire y que por medio de la fotografía toman distinta forma. Desprovista de la imagen de la fotógrafa que ha seguido una carrera profesional y cuenta con un equipo técnico envidiable, Elo Vázquez nos muestra sus armas, un teléfono móvil y una sensibilidad innata que nos regala imágenes, sensaciones e impresiones de lo liviano
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Pero no es solo un canto a la vida rutinaria, es una memoria que se despliega y nos cuestiona, y es que lo instantáneo y cercano tiene su propio valor poético y crítico. Cada pequeña impresión nos propone un doble juego, por un lado nos invita a paladear imágenes con las que podemos cruzarnos cada día, pero al tenerlas congeladas nos obliga a pararnos en ellas y dedicarles unos minutos de contemplación. Por otro, nos interroga constantemente, nos enseña que estamos rodeados de preguntas que merecen ser planteadas: ¿Podrá la tecnología superar a la naturaleza en eficacia y belleza?, ¿Podemos vivir a contracorriente?, ¿Vivimos en un mundo que desprecia el disfrute de la naturaleza?
Todas ellas no nos dirigen a una forma concreta de ver la vida, más bien son reflexiones constantes que están en el aire y que por medio de la fotografía toman distinta forma. Desprovista de la imagen de la fotógrafa que ha seguido una carrera profesional y cuenta con un equipo técnico envidiable, Elo Vázquez nos muestra sus armas, un teléfono móvil y una sensibilidad innata que nos regala imágenes, sensaciones e impresiones de lo liviano